Ritual basado en música digital interpretada en directo para volcanes, vientos, océanos y otros seres. La idea parte de la reflexión acerca del sino de un músico y si está únicamente en la gente o por el contrario puede extenderse y atender a otras realidades.
27 de mayo de 2010
Entrevista por Lucía Rodriguez
"Si puedes comunicarte con otro ser humano, puedes comunicarte con los animales, los árboles, el viento, y todas las cosas de la tierra."
Sabiduria Hopi
Emanar ruidos para este medio es una experiencia ritual que permite mantener vivo al músico que habita en mi interior. El proyecto parte de las reflexiones acerca de las dificultades como músico para subsistir como tal. ¿Donde encajan mis creaciones? ¿Donde puedo proyectar mi sonido para que cumpla sus funciones sin perecer en el intento? Encuentro una respuesta en la naturaleza. Allí me siento en igualdad de condiciones. En ese tablero ambas partes damos todo sin pedir nada a cambio.
Amor a la naturaleza en modo poético y visceral.
Ruido al ruido, furia al gigante,
Ritual de un exiliado que canta desde adentro,
Entrega de esencia a cambio de nada,
A cambio de todo.
Gaviotas y erizos pasean su curiosidad
Un cangrejo se acerca, tres peces saltan.
Lagartos, hormigas, insectos,
Aulagas que muestran su aroma, piedras, líquenes,
Todos sensibles, todos presentes,
Y todos los muertos vivos,
Y todos los vivos más vivos,
Todos atentos, todos contentos,
Y todos mojados por ondas,
Y todos existen en paz.
¿De donde viene la idea?
Mi traslado a las Islas Canarias supuso un cambio importante en mi interacción con el público. Esto facilitó la evaluación de la etapa anterior, analizando los pros y contras de una profesión y una forma de vida basada en el acercamiento de la obra al público, que me había conducido a condiciones preocupantes de precariedad. Dedicarme profesionalmente a la música y a la actividad artística en general me mantenía nutrido de experiencias vitales, pero había conducido mi vida a un estado de necesidades básicas no cubiertas. Aproveché el cambio radical de vida para conciliar el lado creativo con ganarme el pan, apartándome temporalmente de la actividad artística de cara al público, aunque no de la producción de obra.
Sobre las dificultades y el día a día
Si decides llegar a la gente por medio comercial con tu trabajo, editar tu disco como se merece, en una buena caja, en un buen soporte, con el principal objetivo de poder conservar medio millar de copias de un trabajo en buen estado, todo eso requiere una inversión. De entrada, las entidades de gestión de derechos piden por anticipado una importante cantidad para poder sacar disco, si quieres que te presten sus servicios de gestión de derechos. Además parece ser la única vía para poder recaudar lo que nos corresponde. Como elección alternativa se puede optar por el copyleft, pero no habrá nadie que compense tu esfuerzo y será únicamente en las actuaciones y trabajos en directo donde podrás alimentar el estómago. Por otra parte el publico, el espectador, el usuario final, no está dispuesto a contribuir adquiriendo un disco o una entrada, lo quiere gratis y lo tiene gratis. Los programadores de eventos te piden que participes de modo altruista. Siempre te ofrecen algo a cambio en forma de etiquetas y frases hechas: "el presupuesto es bajo", "te daremos visibilidad, difusión y promoción"... Y esto es siempre así.
Pin, pan!
Damas y caballeros, programadores de festivales, gestores culturales, ayuntamientos, dueños y encargados de garitos y salas de conciertos, productoras y resto de intermediarios, y en general, cualquiera que demande los servicios de estas personas debe saber que los artistas también tenemos que comer, de la misma manera que cualquier profesional que participa en la realización de un evento lo hace. Numerosos actos, fiestas, certámenes o concursos son posibles a cuenta de la buena voluntad de artistas noveles y de la gran ignorancia de éstos, creyendo que pueden alcanzar el éxito si se regalan constantemente ante las pasarelas famosas y trampolines de monigotes esponsorizados por marcas. Y muchas veces nada mas lejos de la realidad, pues terminan invirtiendo recursos de su propio bolsillo para sufragar costes de producción de los eventos. Al margen de los triunfitos, de locazas operadas, de toreros cantores y demás payasos de la tele, existe otra capa de la realidad creativa también interesante, también real, también cercana, que somos las personas que hacemos nuestro trabajo con mismo rigor, alimentando otros panoramas de la cultura igual de necesarios que el fútbol, los telediarios o la gastronomía. Estos pequeños grandes desconocidos tenemos derecho a dignificar nuestra profesión y, como todo gremio, ser recompensados cuando se nos pide un servicio. Es muy simple de entender. Y los que trabajamos en estos temas tenemos la responsabilidad de velar por nuestros intereses y nuestra supervivencia.